- Mar, madre de tres hijos, relata su experiencia como docente y voluntaria
- Crece el interés por la lactancia materna en un sistema que la desprecia
- Pide un mínimo de seis meses de baja maternal, aunque sea ‘suplicar miseria’
- Todas las mujeres pueden hacerlo, la pija, la guapa, la fea, la rumana y la española»
La lactancia materna es una práctica natural respetada en países más avanzados que el nuestro -con bajas por maternidad de entre uno y dos años- y también en otros no tan desarrollados -los bebés africanos no se separan de sus madres ni siquiera cuando éstas van al campo a trabajar-.
En España, sin embargo, la cultura del biberón se ha ido imponiendo desde que se produjo el boom de la incorporación de la mujer al trabajo, allá por los años setenta del pasado siglo. Hoy, en los albores de la nueva centuria, las necesidades laborales y el valor económico de estas ocupaciones priman sobre los designios de la naturaleza, que dictan que madre e hijo deben ser inseparables al menos «durante los dos primeros años de vida» del recién nacido.