El finde pasado (¿o fue el anterior?… estas últimas semanas, a mil con la Uni y los paseos de verano, ¡ya no sé ni cuándo fue qué!), nos fuimos a Plentzia con amigos nuestros y de nuestras niñas.
La idea era pasar una tarde tranquila, tal vez tumbados en la arena, o tomando un helado mirando el mar, pero, casi sin darnos cuenta, terminamos dando un paseo larguísimo, por unos caminitos de montaña, con vistas al mar y naturaleza por todos lados, ¡una maravilla!.