Esta es una nota publicada en el periódico «La Nación«, un periódico argentino, hace ya un par de meses, el 18 de Agosto de este año.
Aquí en España hace apenas 1 mes y medio que comenzaron las clases, la «vuelta al cole» para unos y «el comienzo» para otros; en mi caso, este año, tuve en casa las dos situaciones.
La «cangurita» mayor entró en primaria, tenía muchísima ilusión, quería re-encontrarse con sus amigos, conocer compañeros nuevos, ser «mayor», estar «¡al fin en primaria!».
La «cangurita» menor empezaba por primera vez, con sus escasos 3 añitos… También estaba muy emocionada, al fin iría al cole como su hermana mayor, y comenzó el período de adaptación feliz, se ponía en la fila, me tiraba besos y me decía adiós con su manita, ¡qué linda es!, a mí se me llenaba el corazón de mil sensaciones, entre ellas alegría por verla feliz, tan decidida, y preocupación por su integridad emocional, me preocupaba que pudiera verse perjudicada por un comienzo tal vez precoz, en un sitio lleno de niños con una profesora que, a pesar de tener mucha experiencia y ser muy divertida, dificilmente pueda atender las necesidades emocionales de cada uno con tantos niños a la vez.
El período de adaptación fue genial, iba feliz y salía igual, pero… casi dos semanas después, una vez llegado el tiempo de ir toda la mañana, 3 horas y media seguidas… me dijo: «es mucho rato mamá, lloré porque quería estar contigo», ¡el alma se me cayó a los pies!, mi chiquitina, a quien nunca quise dejar llorar, para quien intenté estar siempre ahí, lloró porque yo no podía estar, porque fue mucho tiempo sin mamá… ¿Sería que todavía no estaba preparada?. Lee el resto de esta entrada »