El centro de referencia de Gipuzkoa invierte la tendencia al alza de las operaciones y se sitúa por debajo de los parámetros que aconseja la OMS. Las autoridades sanitarias habían alertado del incremento del fenómeno.
DV. La cesárea se ha generalizado de tal forma en los países desarrollados que hasta la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que lanzar hace unos años una alerta al respecto. El abuso en la intervención quirúrgica, advertía la institución, no sólo resulta perjudicial para la salud de la madre y el recién nacido sino que tampoco redunda en una mejora de las tasas de supervivencia infantiles. «Está comprobado que a partir de un cierto límite la cesárea no disminuye la mortalidad perinatal», resume el doctor José García Adánez, responsable de Obstetricia del Hospital Donostia.
La voluntad de reducir los riesgos que entraña un parto vaginal tiene mucho que ver con el incremento de las cesáreas. Tampoco es ajeno al fenómeno el deseo de blindarse ante posibles demandas judiciales en caso de mal resultado perinatal, lo que se ha dado en llamar medicina defensiva. Hay también otros factores como el aumento de la edad media de las madres, el hecho de que muchas de ellas sean primíparas (primer parto) o la complejidad de los partos múltiples, un fenómeno que ha crecido de forma sustancial desde que se generalizó la fecundación artificial.
La confluencia de todas esas variables hizo que a partir de los noventa se disparase la cifra de cesáreas. En países como Estados Unidos o Brasil, por ejemplo, tres de cada diez bebés ven la luz a través del abdomen rasgado de sus madres.