Un regalo muy especial

No tengo palabras, ¡ni siquiera sé qué escribir!, cómo expresar todo lo que siento….

Hoy me he llevado una sorpresa de esas que no pueden ser más oportunas, más esperadas y más inesperadas a la vez. ¡Qué emoción! (¡y qué llorera!), qué cosa más bonita, cuántos sentimientos depositados en algo que ni siquiera pensé poder llegar a tener.

No iba a escribir sobre cómo me he estado sintiendo estos días próximos a mi primer angiografía cerebral… Tal vez porque, entre otras cosas, ni siquiera puedo poner en palabras todos los sentimientos que me han acosado estos últimos días… Tanto es así que no había hablado del tema con nadie… ¡Y cómo dolía arrastrarlo sola!…

Desde que salí del hospital que he intentado seguir mi vida como si nada hubiera pasado, como si no tuviera aneurismas en el cerebro, como si no los hubieran rellenado con platino, como si no hubiera posibilidad de que se repermeabilicen… como si todo eso pudiera ser dejado atrás y seguir viviendo como si solo hubiera sido un catarro…

Y es que soy tan feliz de haber salido viva, de ser una sobreviviente (como nos llaman en las organizaciones de aneurismas), de haber podido volver a casa con mis niñas, sin secuelas. No hay nada más grande que todo eso, no lo hay, nunca voy a dejar de sentirme tan agradecida.

Así es que me dediqué a vivir ¡es tan lindo estar vivo! y sin secuelas, ¡es un regalo tan enorme!, stos meses me dediqué a seguir disfrutando más aún (si eso es posible) de vivir, de estar con mis hijas, de ser su mamá, cuidarlas, mimarlas y disfrutarlas.

Cuando te pasa algo como esto no falta quien te diga con todo su cariño que «la vida te ha dado una segunda oportunidad», o «que Dios aún no te quiere consigo, que aún tienes una misión en la tierra».

Dentro de 6 días me ingresan para hacerme la primera angiografía de control, para ver si las aneurismas están bien embolizadas, si no sigue colándose sangre en su interior, lo que significaría riesgo de otra hemorragia, riesgo de esta vez no tener tanta suerte…

Pero no solo la espera de los resultados produce cierta incertidumbre, sino los propios riesgos de la angiografía, que, en sí, son bajos pero están, y, como le recordó el neurocirojano a Jose cuando le pedían la autorización para la primera el día de la hemorragia: «los porcentajes de isquemia, shock, hemorragia, muerte, son pequeños, pero, si te tocan a ti, habrán sido enormes, para ti habrán sido del 100%»…

Sé que no tiene que pasar nada malo, y hoy, después de al fin abrirme a mi marido y llorar juntos lo que no lloramos al saber mi nueva situación «aneurismática», lo veo aún más positivo, y sé que será molesto (mucho…) pero confío en volver sana y salva a casa…

Pero, hace tan sólo un par de días atrás, la cercanía de esta prueba me removió tantos sentimientos…

Si la vida me ha dado una segunda oportunidad ¿qué espera de mí?. Si Dios me ha dejado en la tierra ¿qué espera que haga?. ¡Dios mío! ¡dame una señal!. ¡Dime qué tengo que hacer!, quiero hacerlo, hacerlo más que bien, quiero agradecer seguir viva.

¿Si sólo fueron estos meses un regalo?, ¿si fue un plazo para despedirme? ¿para dejar todo listo para cuando no esté?.

¡Y yo no he hecho nada!, simplemente vivir, ser mamá, cuidar de mis hijas y mi marido, disfrutar como la más feliz de cada momento, de cada paseo, de cada comida, de cada risa de mis niñas, cada beso, cada abrazo. Las veo tan lindas, tan perfectas, a veces las miro y no puedo creer tener tanta suerte, tengo 2 hijas maravillosas.

Estos 2 ó 3 días en que me asaltaban todos estos pensamientos, sintiendo tan de cerca que tal vez, esta vez, sí me tocara marcharme… Duele tanto. Y duele mucho no poder contarle a nadie, seguir sonriendo y actuando como si nada y no saber qué tienes que hacer. ¿Mis aneurismas se quedarán tranquilos? ¿saldrá alguno nuevo?, ¿viviré hasta hacerme mayor?, ¿no mucho más?…

No se puede dejar todo arreglado, la vida seguirá su rumbo… Pero… si no voy a estar…. debería dejarles al menos un álbum de fotos, ¿verdad?, dejarles algo a mis hijas para que sepan cuanto las quería su mamá. Duele tanto pensar en no estar para tus hijos…

Parecerá una estupidez, ¡nadie quiere que le pase!… Pero… Y me cuesta decirlo sin llorar… Yo no me quiero morir. Y tanto es así que no quiero ni pensar en que pase. Y es que no puedo. Me duele tanto que lo niego, y, estos días, me he dado cuenta de que, no tenemos ni una foto en papel… (¡Miento!, tengo unas 5, gracias a Elena, una compañera maravillosa de la Red Canguro que tenía que imprimir algunas para una prueba y, las mías, me las envió. ¡Gracias otra vez!).

El día que peor lo pasé fue hará unos 4 días, el segundo día de «aterrizar», de recordar: «tengo 2 aneurismas en la cabeza» y reconocer que esto no acabó el día que salí del hospital. Ese día me visitaba la regla, por lo que las hormonas no ayudaban. Las frases de la gente me venían a la cabeza y… ¡¿Cuál es mi misión?!, si ya no soy útil aquí… ¿por qué iba a «salir todo bien» otra vez?

Quería escribirles una carta a mis hijas, a mi marido, pero… Sólo lloraba a mares sin poder escribir ni una palabra. Quería hacer un álbum de fotos, pero el tiempo es tan corto, ¡hay tantas fotos en el ordenador», y… ¡no podía!, no pensando porqué lo hacía…

Y de repente, me vino a la mente una figurita, una estatuilla que le regalaron a Nohemí, una amiga y compañera maravillosa de la Red Canguro, que eran ella y su niño, en portabebés; y supe que necesitaba eso, seríamos mis niñas y yo. Tal vez un día no me tendrían, pero podrían ver esa figurita y recordar cuando estábamos juntas, las horas y horas que pasamos las 3 de paseo, de recados, por aquí y por allí, con la peque en portabebés y su hermana de mi mano, juntas las 3. Y que siempre recordaran cuanto las quiero, que yo no quise marcharme, que yo quería seguir siempre así, con ellas.

Parecerá la cosa más tonta que pueda haber pensado una persona, pero cuando estás tan asustada, tan triste… te aferras a cualquier cosa.

Le escribí a Nohemí para saber quién la había hecho, me dio el mail de Silvia que fue quién se la regaló, y le escribí, pero me respondió que Paola, la chica que se la había hecho, ya no las hacía más… Que le daban demasiado trabajo (¡y como para no!)

Esa noche fue cuando al fin me derrumbé, después de casi 6 meses desde la hemorragia sin sacar el tema, al fin, nos sinceramos con mi marido, nos costó, pero nos contamos nuestros miedos, nuestras frustraciones, lloramos lo que no lloramos meses atrás y, al fin, me sentí mejor, me volví a sentir fuerte, y positiva, para afrontar lo que tenga que afrontar… La vida es como es, dura lo que dura.

Y le respondí a Silvia, que ya no la necesitaba, que ya había vuelto a ser yo, que mil gracias y que no le dijera nada a Paola, que no le diera semejante trabajo.

Todo esto fue hace tan solo 3 días, y, hoy, el cartero me trajo un paquete…

¡Una figurita de mis niñas y yo!, ¡¿cómo podía ser?!. Las niñas la miraban alucinadas, reían y se reconocían: «mirá mamá, ¡esta soy yo!», «¡y esta eres tú!», y yo reía con ellas, y lloraba de emoción (¡de no haber estado con ellas hubiera llorado como una niña!).

Junto a la estatuita venía una nota de Rosa Elena, (Rosa, eres la persona más dulce que conozco, no sabes lo que me has emocionado, lo cerquita que te sentí, las ganas de darte un abrazo) En la nota dice que es de parte de ¡tantas mamás de la Red Canguro!, tantas a quienes aprecio tanto… Y pone: «… Sufrimos contigo si estás triste y nos alegramos contigo cuando eres feliz. Ya sabes cuánto te queremos, sabes que hemos sufrido con tu ingreso y que nos preocupamos por tu salud. Queríamos transmitirte todo esto de una forma un poco tangible, aunque no es más que un detallito. Así es como te vemos, feliz con tus hijas….»

¡Ya estoy llorando otra vez!. Es mucho más que un detallito, es mucho mucho más, y no sólo por lo que tener la figurita significa para mí, sino porque es un regalo de las personas a quienes más quiero, las que entienden el porteo como yo, las que me han acompañado todos estos años, las que me hacen sentir querida cada día y las que, a pesar de la distancia, siento tan cerca.

No me lo merezco, pero me siento tan feliz de tener este regalo en casa. Y en especial por eso, por ser un regalo y de personas tan maravillosas, algo que querían entregarme mucho antes de que yo pensara en la necesidad de tenerla. No sé cómo agradecerlo. Ojalá todas y cada una sepa lo feliz que me hace este regalo, que me recuerden así, porteando y feliz con mis niñas. Si un día no estoy espero que no falte quien adore a mis hijas, y les recuerde todo lo que yo las quiero.

¡Y no me enrollo más!. Prometo no volver a ponerme «profunda» por mucho tiempo. ¡Vaya chapón!.

Os dejo algunas fotos de hoy mismo, de nuestros dobles 🙂  (Sí, salgo más cachetona, ¿pero a que estoy guapa?)

Me encanta, tiene tan bien captado el gesto de Maite cuando se relajaba en el fular, y de Sofía pegadita a mí, ¡si tiene hasta la gomita que le regaló la abuela!, y yo misma, abrazando o sosteniendo a mi cangurita mayor y mirando a su hermanita pegadita a mi espalda, con esa cara de orgullo y felicidad que siento por ser su mamá, ¡es perfecta!.

Y también os dejo un pequeño collage de las modelos : ) (no miréis mucho las fotos, son las primeras que pillé, son viejitas y el collage está hecho a todo correr, pero me pareció bonito poner alguna «del original» 🙂 )

Chicas de la Red Canguro, si me leéis, ¡GRACIAS! mil gracias otra vez, de todo corazón.